Retrato de Tolkien / Foto: Daniele Prati CC (Flickr) |
Octubre de 1916. Norte Francia. Una
de las contiendas más cruentas de la Primera Guerra Mundial se disputa a lo
largo de un frente de 40 kilómetros al norte y al sur de río Somme. Una lucha
que comienza como movimiento para distraer a las tropas alemanas de Verdún y
que acaba en un enfrentamiento que deja un reguero de 19.240 muertes para el
ejército británico. Su batalla más sangrienta hasta la fecha. En uno de los
ataques el Undécimo Batallón de Fusileros de Lancashire sufrió una aniquilación
de sus tropas. Primero su cuartel general fue destruido por fuego de mortero.
Después, un bombardeo masivo arrasó casi por completo con los supervivientes.
En ese batallón, combatía John
Ronald Reuel Tolkien, quien hoy cumpliría 125 años, y que cuarenta años después
de la Gran Guerra se convertirá en el padre de la literatura fantástica moderna
con sus obras El Hobbit y El Señor de los Anillos. Al contrario que sus
compañeros de batallón, el escritor británico nacido en Sudáfrica se salvó de
la aniquilación gracias a que se contagió de una fiebre.
Pirexia, cefaleas, erupciones,
inflamación ocular, fuertes dolores musculares y una temperatura corporal de
39,4 grados centígrados. Con estos síntomas, Tolkien se presentó ante un
oficial médico que le dio la baja por haber contraído la fiebre de las
trincheras. Un generoso obsequio, la Bartonella quintana, que algún parásito
dejó en su cuerpo y le salvó la vida. Porque mientras su pelotón era devastado
por la artillería alemana, Tolkien era trasladado para tratarse de la
enfermedad. Una enfermedad que, por cierto, padeció y salvó a su gran amigo, el
también escritor C. S. Lewis, autor de Las crónicas de Narnia.
Creación literaria basada en la Gran Guerra
Su paso por la Guerra, sin embargo,
también resulta memorable en su 125 aniversario. La Ciénaga de los Muertos que
Frodo Bolsón atraviesa en El Señor de los Anillos está basado en uno delos
episodios de la batalla del Somme y el viaje de Bilbo por el reino de los elfos
en la visita de Tolkien a una la comuna suiza de Interlaken.
Amante de las lenguas, desde los
doce años hablaba latín, francés y alemán. Una pista que da cuenta de su
fascinación por los idiomas y que le permitió ser un reconocido lingüista que
dominaba el finlandés, babilonio, nórdico antiguo y que pudo reconstruir dialectos
extinguidos como el galés medieval. No sólo se interesó por las lenguas vivas y
muertas sino que además creó el oerston, la lengua común que se utiliza en la
Tierra Media de sus novelas; las lenguas élficas, la lengua de Mordor o el
idioma hablado por los orcos.
Su producción literaria comienza
con El Silmarillion, la Biblia de la Tierra Media. En 1937 publicó El Hobbit, y
en la editorial quedaron tan fascinados por el mundo creado por Tolkien que kle
encargaron una segunda parte: El Señor de los Anillos. Su escritura le llevó 14
años en los que el autor británico escribía en cualquier momento y lugar.
Tolkien, fenómeno de masas
Gracias a sus libros, Tolkien se
convirtió en los años ’60 en un autor de culto que ha logrado vender más de 250
millones de ejemplares. Su éxito y popularidad ascendió de tal manera que se lo
engulló, tal como afirmaría su hijo, Christopher, en el diario Le Monde, 40
años después de su muerte: “La comercialización redujo a la nada el efecto
estético y filosófico de su creación”.
125 años después de su muerte, la
fama de Tolkien no sólo no ha disminuido, sino que se ha incrementado. En la
revista Forbes se sitúa en el quinto lugar de escritores fallecidos que más ingresos
generan y sus obras se han llevado a la gran pantalla, consiguiendo llegar a
millones de seguidores y llenar las salas de cine con la saga El Señor de los
Anillos y El Hobbit. Además, Warner Bros está preparando un biopic en el que
quiere contar la vida de Tolkien con el título Middle Earth. Con 125 años, el
universo Tolkien, e hombre al que le salvó la fiebre, sigue en plena forma.
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